El crecimiento de la industria cosmética ha impulsado el desarrollo de una peculiar generación de cosméticos, que interactúan y se benefician de las enzimas que se encuentran en forma natural en cada ser humano. Las enzimas ejercen su acción catalítica en varios mecanismos que tienen que ver con la salud y buen aspecto de la piel. Las enzimas participan en la síntesis de colágeno y elastina, y la reparación de las estructuras dañadas por los rayos UV, entre otras.

En las últimas décadas la industria cosmética ha abordado el tema de las enzimas de dos formas: o bien utiliza algunos principios activos que, al entrar en contacto con las enzimas naturales de la capa córnea de nuestra piel, se convierten en potentes ingredientes antienvejecimiento. O bien, incorporar directamente enzimas y coenzimas. En el primer caso, el más claro ejemplo es el del pro retinol, que al aplicarse en la piel se transforma en vitamina A ácida. Ésta ve potenciada su acción renovadora y reestructuradora de la piel a partir del contacto con las enzimas naturales de nuestro organismo. Otro ejemplo son los productos que contienen principios activos que al entrar en contacto con las enzimas presentes en nuestro organismo, son capaces de activar la melanogénesis y conseguir un bronceado uniforme y seguro. En el segundo caso, un buen ejemplo son las cremas que han aparecido con coenzima Q10 o Ubiquinona, sustancia involucrada en la producción de ATP, principal reserva de energía del cuerpo humano. Se trata de un componente natural cutáneo que está presente en todas las células vivas, y que posee una acción similar a la de los antioxidantes como la vitamina C o E, que neutralizan los radicales libres que desencadenan el envejecimiento prematuro de la piel.
En la actualidad, desde un desmaquillante hasta una crema anticelulítica, pasando por los productos antienvejecimiento o los protectores solares, basan buena parte de su efectividad en estrategias que buscan inhibir o potenciar la acción de enzimas determinadas.
En la actualidad, desde un desmaquillante hasta una crema anticelulítica, pasando por los productos antienvejecimiento o los protectores solares, basan buena parte de su efectividad en estrategias que buscan inhibir o potenciar la acción de enzimas determinadas.
Fuente: Emol
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